De nuevo en el presente, el Chullachaqui convierte a Cholito en una
huanguana
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Ji
ji ji! Reía el Chullachaqui junto a Cholito, quien luego de despertar de un
sueño de siglos miraba anonadado a su alrededor -. ¿Cómo te fue en tu viaje al
pasado, ñaño? Te divertiste mucho ¿verdad? Ji ji ji!
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¡Vaya!
¿Fue cierto o no lo que me sucedió? – dijo Cholito sentándose, aturdido aun.
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Tan
cierto como hoy estas aquí – respondió el Chullachaqui, y en donde, al parecer,
te quedaras a vivir.
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¿Cómo?
– no entendió el niño.
-
Que
te quedaras a vivir te dijo – dijo el duende poniéndose serio.
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¿Dónde?
En la selva pues.
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Cholito
se compungió.
-
Pero
yo tengo a mi madre a mis hermanitos y a mi venadito Lucero esperándome halla
en los Andes, ¿Comprendes?
-
Cholito
trago saliva.
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Pero…
-
No
hay peros que valgan ñaño. Por el momento es necesario que te vayas
alimentando, y para nada mejor que experimentar un ambiente de bosque. ¿Qué te
parece? – diciendo así puso la mano en el hombro y en el acto Cholito salió
corriendo convertido en una huangana un jabalí.
¡Ji ji ji! – rio el Chullachaqui agarrándose la barriga - ¡Ji
ji ji! Y desapareció. Cholito asustado de verse convertido en un cerdo de monte,
corrió y corrió gruñendo entre la espesura, sin saber por dónde dirigirse ni a
donde ir, hasta que se metió en un matorral espeso, donde se tendió acezante sin
ganas de salir. Echado en el suelo observándose asombrado el pelambre cerdoso
que lo cubría y las relumbrantes pezuñas que habían remplazado a sus pies.
Se sentía una gran rabia por el duende. Hay si odiaba con
ganas a ese enano endemoniado que tantas
maldades ya le estaba haciendo. Mas guardaba las esperanzas de que este, en algún
momento, se compadeciese y lo volviera humano. Sintió hambre, y se animó a ramonear
algunas hojas que le parecieron apetitosas.
Me gusto porque el Chullachaqui es muy astuto.
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