viernes, 18 de noviembre de 2016

Al fin mis montañas y quebradas

Al fin mis montañas y mis quebradas
Agarrado de su cuello del cóndor ,sobre su plumaje blanco, viajaba por fin.
Tres días me había quedado, mientras el cóndor hacía  muchos  vuelos invitando a las aves a poblar los valles.
Daba gusto ver cómo trabajaba esa gente abriendo surcos y echando muchas semillas.
Ya las hierbitas brotaban dando alegría y  vida.
De recuerdo me la lleva en mi bolsillo una semilla de la sulla wayta.
Para sembrarla  en mi pueblo, en el lugar más vistoso.
-Esa flor, como el amor, amanecerá en los corazones – dijo  el cóndor -; por eso cuídala porque es causa de la alegría …
Apenas le escuchaba yo, mirando boquiabierto las cordilleras, mesetas y lagunas que parecía escapándose de nosotros.
Solo el frío nomás me fregaba, haciéndome tiritar.
Y cuando ya me estaba acostumbrando a estar sólo en el aire, aparecieron entre mi vista mis quebradas y mis montañas.
-¡buena, mallku! ¡wífala! – me alegré viéndolo planear buscando dónde asentar.
Parecía un dios , con las alas extendidas .Me pregunté si no sería de nuevo el mismo taita Dios Wiracocha , socorriéndome.
Los pastores que nos estaban viendo desdelas laderas, empezaron a llamarse de serro en serró señalándonos.
-¡Cholito es! no ¡Masqui véanlo!- gritaban.
Y yo, prosista, sacando mi sombrero, lo agitaba con ganas, mientras ya el cóndor asentaba.
Entre lo que corrian ,aparte de mi mamita y mis hermanitos,
Reconocí a Floria, la pastorita de Tincapampa , que junto con lucero, mi amado venadito , corrían a mi encuentro…
Me gusto este capítulo porque Cholito regresa a su casa  con su familia.
Steven


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