Al fin mis montañas y mis quebradas
Agarrado
de su cuello del cóndor ,sobre su plumaje blanco, viajaba por fin.
Tres días me
había quedado, mientras el cóndor hacía muchos
vuelos invitando a las aves a poblar los
valles.
Daba gusto
ver cómo trabajaba esa gente abriendo surcos y echando muchas semillas.
Ya las
hierbitas brotaban dando alegría y vida.
De
recuerdo me la lleva en mi bolsillo una semilla de la sulla wayta.
Para sembrarla en mi pueblo, en el lugar más vistoso.
-Esa flor,
como el amor, amanecerá en los corazones – dijo el cóndor -; por eso cuídala porque es causa
de la alegría …
Apenas le
escuchaba yo, mirando boquiabierto las cordilleras, mesetas y lagunas que parecía
escapándose de nosotros.
Solo el
frío nomás me fregaba, haciéndome tiritar.
Y cuando
ya me estaba acostumbrando a estar sólo en el aire, aparecieron entre mi vista
mis quebradas y mis montañas.
-¡buena,
mallku! ¡wífala! – me alegré viéndolo planear buscando dónde asentar.
Parecía un
dios , con las alas extendidas .Me pregunté si no sería de nuevo el mismo taita
Dios Wiracocha , socorriéndome.
Los
pastores que nos estaban viendo desdelas laderas, empezaron a llamarse de serro
en serró señalándonos.
-¡Cholito
es! no ¡Masqui véanlo!- gritaban.
Y yo,
prosista, sacando mi sombrero, lo agitaba con ganas, mientras ya el cóndor
asentaba.
Entre lo
que corrian ,aparte de mi mamita y mis hermanitos,
Reconocí a
Floria, la pastorita de Tincapampa , que junto con lucero, mi amado venadito ,
corrían a mi encuentro…
Me
gusto este capítulo porque Cholito regresa a su casa con su familia.
Steven
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